viernes, 9 de abril de 2010

Rarezas.


   He querido titular a este artículo "rarezas", supongo que será lo que piensen algunas  personas cuando lean lo que contaré.

  En estos días he coincidido en distintos lugares con mamás de niños muy pequeñitos y me ha sorprendido por una parte ver el comportamiento habitual de las madres y por otra lo que mi mente iba pensando mientras las escuchaba. En una ocasión me topé con una mami que me contaba lo feliz que era su niña comiendo morcilla cuando iban al pueblo de su familia,  durante los días que están allí, ella sólo quiere alimentarse de leche y morcilla, ni siquiera acompañando con un poco de pan; me sorprendí a mí misma llevándome las manos a la cabeza y pensando -madre mía, qué barbaridad-, es verdad que yo no puedo renunciar al choricito de La Rioja que me manda mi madre de vez en cuando, pero me pareció terrible alimentar a alguien tan pequeño a base de algo tan grasiento, y me imaginaba su cuerpecito acumulando ya toxinas por todas partes.

  Sin embargo, lo que más me hizo reflexionar sobre la vida que llevamos fue otra conversación en la que yo comentaba a una madre que mi niña llevaba un par de días sin hacer caca, ella en seguida me dijo el nombre de un jarabe con el que esa misma noche ya la tendría "aliviada". Me horrorizó escuchar algo así,  lo que se me pasaba por la cabeza era que durante estos días la niña no había comido tanta fruta y quizá también había bebido menos agua, pero en cuanto recupere su alimentación sana vuelve a regularizarse todo. No se me ocurriría dar así a la ligera un medicamento a mis hijos si no veo que el caso es grave. 

  Hay que analizar la cuestión con sumo cuidado, resulta que cualquier medicamento nos beneficia quitándonos un dolor determinado, pero ¿alguien se  ha parado a leer la cantidad de efectos secundarios que tienen?, en cualquier prospecto veremos que triplican o cuatriplican los efectos secundarios a los beneficios, algo espeluznante. Para más inri, me tocó ver hace poco cómo en un prospecto se explicaba el tanto por ciento de esos efectos, vamos, era algo así como: somnolencia  1 de cada 2, dolor de cabeza 1 de cada 10, molestias gastrointestinales 1 de cada 100, problemas cardíacos 1 de cada 1.000 ect...vamos, que faltaba decir: muerte 1 de cada 1.000.000. Maldita la gracia si no me toca la lotería y sí me toca un efecto de estos, eso sería muy mala suerte.  En realidad nos la estamos jugando cruzando los dedos para que no nos toque, aunque la mayoría ni siquiera leen los efectos adversos, entonces ponen en práctica ese refrán que dice: "ojos que no ven, corazón que no siente", porque total, si no te sienta bien te tomas un omeprazol y asunto arreglado; ¿alguien ha leído los posibles efectos de ese salvador estomacal? por curiosidad  le pedí el prospecto a una amiga que lo toma  y resulta que los posibles efectos no sólo son más extensos que las indicaciones, sino que además para que no nos perdamos nos los clasifica en: dermatológicos, musculoesqueléticos, del sitema nervioso, gastrointestinales, hepáticos, endocrinos, en la sangre y otros, cada apartado está debidamente detallado; osea, que el salvador del planeta, ese medicamento tan fantástico que nos ayuda a que no nos sienten mal las pastillitas tiene más perjuicios que todos los medicamentos juntos.






 De momento no daré más vueltas a este tema que supongo que saldrá más de una vez, sólo me gustaría resaltar que nuestro cuerpo es más sabio de lo que creemos, está todo preparado para ayudarnos y no debiéramos ponerle tantas trabas, bien es cierto que cuando un cuerpo ya ha sido bastante "maltratado" durante muchos años tarda más en volver atrás, pero si empezáramos por tener una alimentación más sana nos daríamos cuenta de cómo empieza a cambiar todo el organismo y cada vez seremos menos exclavos de todas esas "drogas" llamadas medicinas.

  Así que en casa tenemos cada vez mejores hábitos, sobre todo intento que los más pequeños sean los que los vayan adquiriendo, se me cae la baba cada vez que mi hijo (enemigo acérrimo de la fruta durante casi toda su corta vida) se acerca a la cocina y me llama para que le limpie una manzana o le haga un zumo de pera y zanahoria, también he aprendido que se enseña con el ejemplo y eso nos está ayudando mucho a todos, ellos comen fruta si la ven comer, así que por las tardes toda la familia nos reunimos en la mesa con unos pedacitos de fruta  a ver quién es el más campeón que se la come toda (y eso que yo no era muy amiga de la fruta hasta hace poco) .
  Cada persona es libre de hacer lo que quiera pero yo invito a todos a que poco a poco vayan mejorando sobre todo la alimentación que es la gasolina que le ponemos a nuestro cuerpo, no lo maltratemos, que tenemos que convivir con él toda nuestra vida.