viernes, 1 de julio de 2011




  Tras unos meses de parada técnica, vuelvo a ocuparme de este blog con fuerzas renovadas.     
  Durante este tiempo he tenido la posibilidad de meditar sobre la vida, lo divino y lo humano, lo material y lo espiritual, las casualidades, si es que existen como tal, las energías...
  Muchas de las experiencias vividas me han llevado a recordar fragmentos de lecturas que en su momento mi padre me recomendó leer y volviendo a ellas me he dado cuenta de que aunque maduremos siempre volvemos a la esencia, a aquel consejo que nos dio nuestra madre y en su momento no hicimos caso, a un buen libro que nos recomendaron y que nunca leimos o incluso a buscar la compañía de las antiguas amistades que sabes que son las que siempre estarán ahí aunque no los veas ni hables con ellos a menudo.
  Por todas estas experiencias vividas y antes de meterme de lleno en todos los nuevos temas relacionados con la vida natural me gustaría compartir un poema que encontré hace años y que siempre de una forma u otra, para mi o para otras personas, he acudido a recuperar:




Ladrar a la Luna

¡No desmayes jamás ante una guerra
de torpe envidia y miserables celos!.
¿Qué le importa a la luna allá en los cielos
que le ladren los perros en la tierra?

Si alguien aspira a derribarte, yerra
y puede ahorrarse inútiles desvelos;
no tan pronto se abate por los suelos
el escorial que tu talento encierra.

¿Que no cede el ataque ni un momento?.
¿Que a todo trance buscan tu fracaso?.
¿Que te cansa el luchar?. ¡No lo discuto!.

Mas, oye, amigo, este refrán de paso:
¡Se apedrean las plantas que dan fruto!.
¿Quién del árbol estéril hace caso?.

Marcos Zapata.


 




 

lunes, 16 de agosto de 2010

La edad de la inocencia.


  Un día de la semana pasada empezó a llover, en casa estábamos mi niña y yo, pensé en no salir a la calle, sin embargo y acordándome de todas las buenas indicaciones que voy recibiendo en mis estudios decidí ir a pasear. Al dar los primeros pasos vi que llovía más de lo que pensaba y volvimos a casa a coger un paraguas, mi pequeña lo abrió con muchas ganas, tan sólo tiene dos años y cualquier novedad es una fiesta. Empezamos a caminar y al llegar a un parquecito que hay no muy lejos de casa, ella me miró y me dijo con su lengua de trapo: "mamá, toma el paraguas", por un momento sentí controversia, ¿cómo iba a dejarla mojarse con todo lo que llovía?, sin embargo recordaba las tormentas de verano de mi infancia y cómo al asomarme al balcón de mi casa y dejar caer unas gotas sobre mi rostro me aliviaban tanto física como espiritualmente.
  Entonces tomé una decisión bien acertada, soportando la presión de todas aquellas personas que me miraban pensando en que era una madre poco responsable y la de otras muchas que sentían envidia de no atreverse a hacer lo mismo le cogí el paraguas; la reacción de ella me sobrecogió, extendió los brazos y mirando hacia el cielo  echó a correr hasta quedar rendida, parecía una danza de la lluvia, disfrutando en todas las direcciones, saltando, jugando, bailando, dando vueltas bajo esa lluvia tan reconfortante. Mientras yo aprovechaba para quitarme los zapatos y pasear sobre la hierba mojada.
  
  En mi mente aparecían las clases magistrales que siempre me daba mi profesora de canto y en las que me hacía especial hincapié sobre los niños, me decía que debía observarlos, que son los que mejor respiran y los que mejor controlan su voz, los que todavía no están "contaminados" con las vergüenzas del qué dirán y los que se sienten bien con cada paso que dan sin pensar en nada. Los niños pueden estar una tarde entera gritando o llorando y al día siguiente no les duele la garganta ni la tienen inflamada ni están afónicos.

No nos equivocamos al decir que las personas más sabias normalmente son las de más edad, las personas mayores son las que más experiencia tienen en la vida, las que más libros les ha dado tiempo a leer, las que más sabiduría han adquirido con el paso de los años y sin embargo muchas veces no nos paramos a escucharles cuando nos cuentan que antes hacían largas caminatas nevando o que en casa no había calefacción ni aire acondicionado y vivían muy bien, con razón creen que nos estamos acomodando demasiado. Ellos están llegando la meta de la carrera de la vida y los otros, los más pequeños, están empezando. Y nosotros juzgamos a unos e intentamos frenar a otros mientras hacemos más veces de las que pensamos comparaciones entre ambos: "es que se comporta como un niño", "parece que tenga dos años" ; por un momento parémonos a pensar y a observar lo que sucede a nuestro alrededor, los mayores se comportan como niños o es que esa sabiduría que les ha dado la vida les ha hecho ver que no tienen por qué tener esa vergüenza al hacer lo que les apetece... y por su parte ¿ no son también los niños más libres que nosotros y se comportan con mayor naturalidad?.

  Vivamos la vida, disfrutemos de la lluvia, de todos los efectos de la naturaleza, que nuestro cuerpo nos lo irá agradeciendo.


  Cuando llegamos a casa mi niña y yo, enseguida ella se quitó toda la ropa como hace siempre y al contrario de lo que pensaría la mayor parte de la gente, ni se ha resfriado ni le ha pasado nada malo, al contrario, seguro que su cuerpo está mucho más sano, mucho más reforzado, su espíritu se sigue sintiendo libre y todos en casa disfrutamos de esa felicidad.

jueves, 29 de julio de 2010

Miedos.

    Estoy intentando investigar cual es la esencia del miedo, qué es lo que lo produce, cuales son las causas de tener miedo a unas situaciones y sin embargo a otras aparentemente más peligrosas, no.
  
  Desde muy pequeña me da pánico el agua en espacios amplios. Recuerdo que a los catorce años con la  intención de que pudiera vencer ese miedo mis padres me apuntaron a un curso de natación que me hizo volverme una apasionada de ese mundo, incluso ese verano mi madre me enseñó a tirarme "de cabeza" al agua, cosa impensable hacía tan sólo unos meses. Durante muchos años pasaba los veranos desde primera hora de la mañana hasta las dos de la tarde en la piscina y muchas de esas horas dentro del agua disfrutando; sin embargo y no sé por qué razón en cuanto se aproximaba el final de agosto y la gente ya no acudía a la piscina a mí me entraba terror a estar sola en el agua y dejaba de ir. Es algo extraño porque todo lo relacionado con el agua me encanta, ahora estoy con estudios también de hidroterapia (en otra ocasión escribiré sobre este tema) y es fantástico todo lo que puede ayudar incluso a curar enfermedades este líquido mágico.
  Siempre lo he tenido asumido y no me produce ningún problema ni ninguna ansiedad, si no hay nadie dentro de una piscina pues yo no me meto y ya está. Aunque sí he intentado averiguar el por qué de ese miedo. Mi padre no era tampoco muy amante del agua y mi madre aunque le encanta me contaba una historia de cuando una vez en el río cerca de Cornago un remolino casi se la lleva al fondo, quizá todo esto me ha influido.
  Hay quien cree en que en las células ya del feto transmitimos, sobre todo las madres, todo pensamiento y sensación que tengamos y eso se queda grabado para toda la vida, cada vez estoy más convencida de este pensamiento.

 




Hace tiempo vi un reportaje que hablaba de unos experimentos que había hecho un japonés, Masaru Emoto,sobre los cambios de las moléculas del agua según el entorno que les rodeaba, incluso simplemente con poner en un frasco lleno de agua una palabra ya cambiaba la estructura de ese agua, con positividad el agua se vuelve geométrica adquiriendo formas bellísimas, sin embargo con negatividad se vuelve desigual e incluso desagradable de mirar. Eso me hizo pensar mucho, nosotros somos un tanto por ciento muy alto de agua, entonces lo que nos rodea, los mensajes que recibimos del exterior nos afectan más de lo que pensamos. Nadie se siente bien después de una discusión o cuando sabe de alguien que piensa mal de él, si por la mañana las personas que nos vamos encontrando nos sonríen empezamos el día con más energía.

  Dicho lo cual, lo mejor no sólo es tener buena energía para uno mismo sino evitar que los demás te envíen mensajes negativos. Vivamos felices y en armonía tanto con las personas como con todo el entorno, la naturaleza nunca nos maltrata; de esta forma conseguiremos aproximarnos mucho a ese ideal que se llama FELICIDAD.


 

viernes, 9 de abril de 2010

Rarezas.


   He querido titular a este artículo "rarezas", supongo que será lo que piensen algunas  personas cuando lean lo que contaré.

  En estos días he coincidido en distintos lugares con mamás de niños muy pequeñitos y me ha sorprendido por una parte ver el comportamiento habitual de las madres y por otra lo que mi mente iba pensando mientras las escuchaba. En una ocasión me topé con una mami que me contaba lo feliz que era su niña comiendo morcilla cuando iban al pueblo de su familia,  durante los días que están allí, ella sólo quiere alimentarse de leche y morcilla, ni siquiera acompañando con un poco de pan; me sorprendí a mí misma llevándome las manos a la cabeza y pensando -madre mía, qué barbaridad-, es verdad que yo no puedo renunciar al choricito de La Rioja que me manda mi madre de vez en cuando, pero me pareció terrible alimentar a alguien tan pequeño a base de algo tan grasiento, y me imaginaba su cuerpecito acumulando ya toxinas por todas partes.

  Sin embargo, lo que más me hizo reflexionar sobre la vida que llevamos fue otra conversación en la que yo comentaba a una madre que mi niña llevaba un par de días sin hacer caca, ella en seguida me dijo el nombre de un jarabe con el que esa misma noche ya la tendría "aliviada". Me horrorizó escuchar algo así,  lo que se me pasaba por la cabeza era que durante estos días la niña no había comido tanta fruta y quizá también había bebido menos agua, pero en cuanto recupere su alimentación sana vuelve a regularizarse todo. No se me ocurriría dar así a la ligera un medicamento a mis hijos si no veo que el caso es grave. 

  Hay que analizar la cuestión con sumo cuidado, resulta que cualquier medicamento nos beneficia quitándonos un dolor determinado, pero ¿alguien se  ha parado a leer la cantidad de efectos secundarios que tienen?, en cualquier prospecto veremos que triplican o cuatriplican los efectos secundarios a los beneficios, algo espeluznante. Para más inri, me tocó ver hace poco cómo en un prospecto se explicaba el tanto por ciento de esos efectos, vamos, era algo así como: somnolencia  1 de cada 2, dolor de cabeza 1 de cada 10, molestias gastrointestinales 1 de cada 100, problemas cardíacos 1 de cada 1.000 ect...vamos, que faltaba decir: muerte 1 de cada 1.000.000. Maldita la gracia si no me toca la lotería y sí me toca un efecto de estos, eso sería muy mala suerte.  En realidad nos la estamos jugando cruzando los dedos para que no nos toque, aunque la mayoría ni siquiera leen los efectos adversos, entonces ponen en práctica ese refrán que dice: "ojos que no ven, corazón que no siente", porque total, si no te sienta bien te tomas un omeprazol y asunto arreglado; ¿alguien ha leído los posibles efectos de ese salvador estomacal? por curiosidad  le pedí el prospecto a una amiga que lo toma  y resulta que los posibles efectos no sólo son más extensos que las indicaciones, sino que además para que no nos perdamos nos los clasifica en: dermatológicos, musculoesqueléticos, del sitema nervioso, gastrointestinales, hepáticos, endocrinos, en la sangre y otros, cada apartado está debidamente detallado; osea, que el salvador del planeta, ese medicamento tan fantástico que nos ayuda a que no nos sienten mal las pastillitas tiene más perjuicios que todos los medicamentos juntos.






 De momento no daré más vueltas a este tema que supongo que saldrá más de una vez, sólo me gustaría resaltar que nuestro cuerpo es más sabio de lo que creemos, está todo preparado para ayudarnos y no debiéramos ponerle tantas trabas, bien es cierto que cuando un cuerpo ya ha sido bastante "maltratado" durante muchos años tarda más en volver atrás, pero si empezáramos por tener una alimentación más sana nos daríamos cuenta de cómo empieza a cambiar todo el organismo y cada vez seremos menos exclavos de todas esas "drogas" llamadas medicinas.

  Así que en casa tenemos cada vez mejores hábitos, sobre todo intento que los más pequeños sean los que los vayan adquiriendo, se me cae la baba cada vez que mi hijo (enemigo acérrimo de la fruta durante casi toda su corta vida) se acerca a la cocina y me llama para que le limpie una manzana o le haga un zumo de pera y zanahoria, también he aprendido que se enseña con el ejemplo y eso nos está ayudando mucho a todos, ellos comen fruta si la ven comer, así que por las tardes toda la familia nos reunimos en la mesa con unos pedacitos de fruta  a ver quién es el más campeón que se la come toda (y eso que yo no era muy amiga de la fruta hasta hace poco) .
  Cada persona es libre de hacer lo que quiera pero yo invito a todos a que poco a poco vayan mejorando sobre todo la alimentación que es la gasolina que le ponemos a nuestro cuerpo, no lo maltratemos, que tenemos que convivir con él toda nuestra vida.

sábado, 27 de marzo de 2010

La Buena Salud.


Nunca le di demasiada importancia a gestos como ponerse las zapatillas nada más levantarse de la cama o  arroparse antes de salir al balcón a tender la ropa; mi cuerpo siempre me pidió  bajar a por el pan en manga corta en pleno invierno o salir a dar un paseo cuando comienzan a caer las primeras gotas de lluvia.
  Cuando ya empezaba a pensar que era un bicho raro y que dejar a mis niños ir descalzos por la casa era una "dejadez y falta de cuidado" resulta que leo ayer en uno de mis libros de naturopatía que al contrario de lo que todo el mundo piensa y yo estaba a punto de creer, son gestos de lo más saludable. Tiene su lógica, si tu cuerpo está acostumbrado a notar de vez en cuando el frío del suelo o de la hierba, el día que  llueve y se te mojan los pies no te resfriarás porque pasen cinco minutos mojados mientras llegas a casa, tampoco si un día cambia el aire, se va el sol y hace un poco de frío, no te pasará nada porque tu cuerpo note una bajada de temperatura porque ya estará acostumbrado; se trata de curtir el cuerpo, de no dejarnos llevar por esa superprotección de las abuelas y las madres y hacer lo que el cuerpo siente, lo que realmente le apetece; cuántas veces  hemos visto el verde de un césped y se nos ha pasado por la cabeza quitarnos los zapatos y pasear, cuántas veces nos ha apetecido (sobre todo a las mujeres) deshacernos de la tortura de unos zapatos y quitárnoslos aunque sea en medio de una cena importante (de hecho seguro que alguien ha visto a más de una que aprovecha el momento en el que todos están ya sentados en la mesa para descalzarse y descansar un poco del dolor que le producen esos tacones).


  Dejémonos ya de tanto conformismo, de tanto "qué dirán", de tanto pensar en lo que es políticamente correcto y escuchemos más a  nuestro cuerpo (que es el único que nos va a acompañar toda la vida). Dense todos el placer de abrir la ventana por las mañanas  y respirar profundamente unas cuantas veces, el placer de salir a la calle cuando empieza a llover y con el rostro mirando al cielo dejen que unas gotas de lluvia mojen su cara, el placer de leer un libro al lado de un árbol, de descalzarnos más a menudo y aunque sea, caminar por casa con los pies libres dejándolos respirar un poco, de tomarnos un helado en invierno si nos apetece o de acercarnos a una playa a pasear sobre la arena mientras los comienzos del mar humedecen nuestros pies. Dejemos a nuestros hijos vivir sintonizados un poco más con la naturaleza. Volvamos a darnos cuenta de lo que nuestro cuerpo nos pide y además de ser más felices nos iremos encontrando cada vez más y más sanos que es de lo que se trata.

jueves, 18 de marzo de 2010

Sin darse cuenta.

  Recuerdo que en el instituto  cayó en mis manos un soneto de Lope de Vega que me llamó mucho la atención, decía así:

  "Un soneto me manda hacer Violante,
en mi vida me he visto en tal aprieto,
catorce versos dicen que es soneto,
burla burlando van los tres delante. 
  
Yo pensé que no hallara consonante
y ya estoy a la mitad de otro cuarteto,
mas si me veo en el primer terceto
no hay cosa en los cuartetos que me espante.

Por el primer terceto voy entrando
y bien parece que entré con pie derecho
pues fin con este verso le voy dando.

Ya estoy en el segundo y aún sospecho
que estoy los trece versos acabando
contad si son catorce y esta hecho."


Casi todo nos parece complicado hasta que encontramos nuestro camino, entonces lo dificil se hace fácil y nuestro trabajo nos sale sin pensar; así lo he visto siempre a mi alrededor, hay quien se siente feliz enseñando , hay quien no podría vivir sin música , hay quien hace de su trabajo un arte, y eso mismo es lo que espero que me suceda a mi en este camino que emprendo, lo que uno hace a gusto tiende a salir bien y si no nunca podrás decir que no lo intentaste.

sábado, 13 de marzo de 2010

Resolución de experimento.

   
   Emocionada puedo contar que la cremita para la circulación y contra la celulitis da muy buenos frutos, después de más de una semana en la que todas las mañanas me cepillo las piernas con un guante de crin y después me doy la cremita, puedo decir que tengo la piel mucho mejor, no esperaba un resultado tan inmediato. Aunque he de reconocer que estos últimos días no lo he hecho porque hacía mucho frío y el mentol me deja la piel muy fría como para salir de casa a las ocho y media de la mañana con tan sólo dos o tres grados de temperatura a llevar a los pekes al cole. También he notado que gracias a la cremita respiro mejor porque  por lo menos hasta las doce del mediodía sigo oliendo a mentol.



  También he tenido ocasión de probar algo que me dijo  el dueño de la droguería donde compro  todos los ingredientes: si tienes tos, por la noche puedes ponerte un poco de "vick´s vaporup" en las plantas de los pies, unos buenos calcetines y ya no toses en toda la noche; lo he probado con mi niña, y dos de las personas a las que di muestras de esa cremita también lo han probado y también el resultado es muy bueno; nunca hubiera encontrado la relación de los pies con la tos pero supongo que algo tendrá que ver con la reflexología quizá.


  Respecto a los estudios mi profesor ahora es Carlos Leston, toda una eminencia, y la semana que viene empezaré también si puedo a estudiar algo sobre la iridología que es un mundo también apasionante, resulta que en el iris se puede ver incluso la tendencia que tienes hacia una enfermedad antes incluso de haberte dado ningún síntoma. Recuerdo que con tan sólo diez o doce años  una vez me llevaron a una consulta de un iridólogo, todo me parecía mágico, entonces no sabía que era toda una ciencia (y mucho menos en el norte que parece que estábamos menos predispuestos a todas las medicinas alternativas), aquel hombre sólo me pudo decir  que tenía los ojos muy  bonitos;  supongo que a esa edad no hay nada que llame especialmente la atención en una niña sana.  Estoy deseando aprenderlo  pronto para poder experimentar con los que tengo más cerca. Aunque ahora todos se ofrecen voluntarios y quizá todo cambie cuando empiecen a ver que sé todos los secretos de su cuerpo gracias a mis conocimientos; hasta que llegue ese momento aprovecharé y utilizaré todos "conejillos de indias" que encuentre en el camino.
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