jueves, 29 de julio de 2010

Miedos.

    Estoy intentando investigar cual es la esencia del miedo, qué es lo que lo produce, cuales son las causas de tener miedo a unas situaciones y sin embargo a otras aparentemente más peligrosas, no.
  
  Desde muy pequeña me da pánico el agua en espacios amplios. Recuerdo que a los catorce años con la  intención de que pudiera vencer ese miedo mis padres me apuntaron a un curso de natación que me hizo volverme una apasionada de ese mundo, incluso ese verano mi madre me enseñó a tirarme "de cabeza" al agua, cosa impensable hacía tan sólo unos meses. Durante muchos años pasaba los veranos desde primera hora de la mañana hasta las dos de la tarde en la piscina y muchas de esas horas dentro del agua disfrutando; sin embargo y no sé por qué razón en cuanto se aproximaba el final de agosto y la gente ya no acudía a la piscina a mí me entraba terror a estar sola en el agua y dejaba de ir. Es algo extraño porque todo lo relacionado con el agua me encanta, ahora estoy con estudios también de hidroterapia (en otra ocasión escribiré sobre este tema) y es fantástico todo lo que puede ayudar incluso a curar enfermedades este líquido mágico.
  Siempre lo he tenido asumido y no me produce ningún problema ni ninguna ansiedad, si no hay nadie dentro de una piscina pues yo no me meto y ya está. Aunque sí he intentado averiguar el por qué de ese miedo. Mi padre no era tampoco muy amante del agua y mi madre aunque le encanta me contaba una historia de cuando una vez en el río cerca de Cornago un remolino casi se la lleva al fondo, quizá todo esto me ha influido.
  Hay quien cree en que en las células ya del feto transmitimos, sobre todo las madres, todo pensamiento y sensación que tengamos y eso se queda grabado para toda la vida, cada vez estoy más convencida de este pensamiento.

 




Hace tiempo vi un reportaje que hablaba de unos experimentos que había hecho un japonés, Masaru Emoto,sobre los cambios de las moléculas del agua según el entorno que les rodeaba, incluso simplemente con poner en un frasco lleno de agua una palabra ya cambiaba la estructura de ese agua, con positividad el agua se vuelve geométrica adquiriendo formas bellísimas, sin embargo con negatividad se vuelve desigual e incluso desagradable de mirar. Eso me hizo pensar mucho, nosotros somos un tanto por ciento muy alto de agua, entonces lo que nos rodea, los mensajes que recibimos del exterior nos afectan más de lo que pensamos. Nadie se siente bien después de una discusión o cuando sabe de alguien que piensa mal de él, si por la mañana las personas que nos vamos encontrando nos sonríen empezamos el día con más energía.

  Dicho lo cual, lo mejor no sólo es tener buena energía para uno mismo sino evitar que los demás te envíen mensajes negativos. Vivamos felices y en armonía tanto con las personas como con todo el entorno, la naturaleza nunca nos maltrata; de esta forma conseguiremos aproximarnos mucho a ese ideal que se llama FELICIDAD.


 

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Filo, gracias por compartir con nosotros@s tus investigaciones, me ha parecido muy interesante el tema.
    Para mí la utilización de la energía propia es tan importante como beber o comer o la higiene diaria. El vídeo me ha hecho refexionar, siempre pensé que si tu bebes o comes y estas de mal humor o con personas no gratas, te estas tragando la mierda de ese momento, de hecho hace años que ya no me siento en una mesa con nadie que no me sea agradable su compañía, yo he llegado a vomitar después de una comida con mal rollo.
    Recuerdo una anciana que vivía en San Juan, que bendecia el agua y ya hablaba de como el agua que bebías podía ser blanca o negra, siendo potable.
    Bueno espero que sigas informándonos.
    Un besote muy grade.

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  3. Hola!
    Muy interesante lo que dices y el video una pasada, digno de reflexión. Gracias.

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